El Pentágono ha admitido este viernes que 34 soldados estadounidenses fueron diagnosticados con lesiones cerebrales tras el ataque iraní el pasado 8 de enero con misiles contra dos bases aéreas en Irak en las que estaban desplegadas tropas de Estados Unidos. Las instalaciones afectadas fueron las de Ain Al Asad, en el oeste del país, y otra en Erbil, en el Kurdistán iraquí, según confirmó el Pentágono. Según la información facilitada por este organismo, los militares afectados estaban en la base de Ain Al Asad. El lanzamiento de misiles por parte de Irán llegó días después de que Washington matase al poderoso general Qasem Soleimani —comandante de la fuerza de élite Al Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, unidad a cargo de las operaciones en el exterior— en un ataque con drones en el aeropuerto de Bagdad.
El presidente de EE UU, Donald Trump, y otros altos funcionarios dijeron inicialmente que el ataque de Irán no había matado ni herido a ningún miembro del servicio estadounidense. Sin embargo, la semana pasada, el Ejército de EE UU admitió que 11 miembros habían sido tratados con síntomas de conmoción cerebral después del ataque a la base aérea de Ain Al Asad y esta semana confirmó que habían trasladado a varios soldados fuera de Irak por posibles lesiones.
El portavoz del Pentágono, Jonathan Hoffman, ha explicado que ocho militares que habían sido trasladados previamente a Alemania están ya en EE UU. Hoffman ha añadido que recibirán tratamiento en el hospital militar Walter Reed o en sus bases de origen. Nueve soldados permanecen en Alemania y están siendo evaluados y tratados.
Este pasado miércoles, Trump dijo: «Escuché que [los soldados con conmoción cerebral] tenían dolores de cabeza y un par de cosas más». Los funcionarios del Pentágono han explicado que no se ha minimizado ni retrasado la información sobre las lesiones de los militares.
Cuando lanzó su ataque, Irán afirmó que se trataba solo del principio de su venganza por la muerte del general iraní Soleimani el 3 de enero en un bombardeo con drones.