En el verano de 2016, el doctor José Luis Paulín (San Sebastián, 1961) recibió una herencia genética que ya presumía desde hacía tiempo. Un cáncer de próstata. La misma enfermedad que mató a su padre y a su abuelo.

De pronto, el médico se volvió enfermo. Y para poner orden a esa “ensalada de emociones” que le sobrevino, empezó a escribir. De allí nació El médico enfermo. El latido al otro lado del fonendo (Ediciones Atlantis). “Para que los médicos cambiemos algunas actitudes y que los pacientes nos conozcan más desde el punto de vista humano”, resume.

Pregunta. ¿Ser médico cuando se está enfermo perjudica o beneficia?

“Te haces más sensible y te das cuenta de que quizás tú has dado lo mismo que ahora no te está gustando recibir”

Respuesta. Por lo que sientes y la inseguridad que tienes, perjudica. Por el miedo. Hay dos tipos de miedo, a lo desconocido y a lo conocido. Para el desconocido, preguntamos a quien sabe, nos fiamos de lo que nos dice y ese miedo se encauza. Pero el miedo a lo conocido es más terrible: sabes todo lo que puede venir, al margen de lo que te digan o cómo lo quieras disfrazar.

P. ¿Cómo fue su tránsito por el sistema sanitario?

R. Yo opté por la sanidad publica, quise ser un paciente más. Quise pasar desapercibido y no decía nunca que era médico en la primera visita porque no quería ningún tipo de condicionante con mis compañeros. Sentí la masificación, la lista de espera, el poco tiempo que te dedican, la apatía de la gente con la que tienes las consultas. Te haces más sensible y te das cuenta de que quizás tú has dado lo mismo que ahora no te está gustando recibir. La trayectoria fue una cura de humildad.

P. ¿Qué vio el José Luis enfermo que no veía el médico?

R. Te dabas cuenta de que pasabas de ser un caso a ser una cosa. Los retrasos en las consultas.

 » Más información en elpais.es