La radioterapia es una de las herramientas fundamentales para tratar los tumores en la cavidad gastrointestinal (cáncer de hígado, páncreas, colon o próstata). Se usa de forma frecuente en la mitad de los pacientes. Pero la radiación intensiva no distingue entre las células tumorales y las sanas, pudiendo provocar una toxicidad en el intestino en un 60% de los pacientes sometidos a ella. Aunque es reversible cuando la radioterapia finaliza, un 10% de los pacientes que reciben el tratamiento tienen daños irreversibles y desarrollan el síndrome gastrointestinal, una patología que se caracteriza por la muerte de las células intestinales, lo que conlleva la destrucción del intestino y el fallecimiento de estos pacientes.

Un daño que provoca, a veces, que se tenga que interrumpir el tratamiento. Pero, ahora se abre una puerta para evitar esta medida tan drástica. Científicos del Grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) publican en la revista ‘Science’ una forma de proteger a las células sanas, que pasa por la proteína URI. En ratones modificados genéticamente, el grupo liderado por Nabil Djouder ha observado que niveles de expresión anormales de esta proteína protegían a los roedores de los daños intestinales. «No conocemos todas las funciones precisas de URI. Hay muy pocos laboratorios trabajando en ellos. No se comprenden todas sus funciones todavía», explica Djouder.

Los investigadores crearon tres modelos de ratón modificados genéticamente, los primeros modelos experimentales diseñados para estudiar específicamente el papel de URI y los efectos de la radiación en el intestino: uno de ellos de control para rastrear dónde se expresa exactamente esta proteína en el intestino, otro con niveles altos de URI en este órgano y un tercero en el que eliminaron el gen para disminuir los niveles de URI en el epitelio intestinal.

Los ratones control revelaron que, para proteger y reparar este órgano, URI se expresa en una población específica de células madre durmientes localizadas en unas oquedades intestinales llamadas criptas de Lieberkühn.

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