Muchas personas tienen una cierta dificultad para ponerse a hacer aquellas tareas que deben realizar. La pereza, la distracción, o a veces simplemente el cansancio legítimo pueden hacer que atrasemos las cosas, y dejemos de aprovechar productivamente el tiempo.

Más allá de los efectos que esto puede tener para nuestro trabajo o educación, señalan Eva Skillgate (profesora del Instituto Karolinska, en Suecia), Alexander Rozental (investigador de la misma institución) y Fred Johansson (investigador de la Universidad Sophiahemmet, en Suecia) en el medio The Conversation, procrastinar puede ser parte de un problema mayor. Algunos estudios han encontrado relaciones entre la procrastinación y un peor estado de salud. Se asocia a mayores niveles de estrés, estilos de vida menos saludables y a retrasos a la hora de consultar al médico sobre ciertos problemas de salud.

Estudio longitudinal

Con todo, estos tres autores aclaran que, por la naturaleza metodológica de estos trabajos, no era posible decir en qué sentido se mueve la relación: no estaba claro si es la procrastinación la que estaría causando los problemas de salud, si es al revés, o si ambos son consecuencias de un tercer fenómeno.

Así, para resolver esta incógnita, decidieron llevar a cabo un estudio longitudinal: uno que observara los fenómenos a lo largo de un período de tiempo,

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