La gripe estacional es una enfermedad infecciosa causada por un virus. Su manifestación varía dependiendo de cada paciente y hay patrones que se pueden observar para reconocer, prevenir y tratar la enfermedad.

Los más habituales son: tos, fiebre, dolor de garganta y de cabeza, mucosidad y fatiga muscular. También es usual perder el apetito y sentir cansancio y debilidad. Dependiendo de la edad y del historial clínico de cada persona, los síntomas se pueden presentar de forma más leve o fuerte.

El periodo agudo de la enfermedad viene a durar 5 o 7 días. Luego está el tiempo de convalecencia, como el malestar general y la tos, que puede prolongarse incluso 2 o 3 semanas. La fiebre tiende a durar menos, entre 3 y 5 días.

No hay forma de diferenciarlo. Aunque es habitual que la gripe tenga un cuadro inicial más fuerte, como fiebre elevada, y el constipado sea más benigno, es una tendencia que ha cambiado recientemente.

A modo de guía, los enfermos de gripe pueden presentar fiebre alta, que en ocasiones sobrepasa los 38.5 grados, una temperatura poco común en los resfriados. Otra señal que puede ayudar a reconocer la enfermedad es la estacionalidad. Los resfriados son generalmente durante todo el año, más frecuentes en otoño.

El estudio médico será encargado de calificar la enfermedad cuando el sanitario lo considere necesario.

La vacuna es el método más efectivo, pero hay prácticas que ayudan a reducir las probabilidades de transmisión, que se produce por mecanismos respiratorios. Cuando un infectado estornuda o tose puede contagiar a los demás. Los expertos recomiendan lavarse con frecuencia las manos.

No, primero hay que ponerse en contacto con el médico de cabecera. La primera medida es quedarse en casa y llamar por teléfono al médico y hacer lo que él le diga. En caso de duda o signos de alarmas, sí se recomienda dirigirse al servicio de urgencias de un hospital.

Aunque el médico debe asignar el tratamiento correspondiente, en general, los expertos recomiendan reposo en cama, duchas, beber abundantes líquidos y, en su caso, medicamentos para tratar la fiebre y analgésicos.

Los antibióticos no son efectivos para el virus, por ello no son necesarios en la gripe. En pacientes con riesgo de complicaciones de gripe o con gripe grave puede indicarse tratamiento antivíricos.

A diferencia de los resfriados,

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