“7. Si comienza con algún síntoma, por favor póngase una mascarilla, diríjase a su habitación y pulse el botón de llamada para avisar al personal de enfermería”.

Pese a las previsiones del código de conducta, síntomas ni ha habido, ni hay, ni –a la luz de los resultados negativos de esta semana– habrá; para tranquilidad de opinión pública, trabajadores sanitarios e internos. Sin embargo, el coronavirus que aquí no ha hecho presencia sigue avanzando en China. 82 nuevas muertes elevan el cómputo total en el país a 724, por lo que pronto se convertirá en una epidemia más letal que el SARS, el cual dejó 744 víctimas en todo el mundo entre 2002 y 2003. La lectura optimista se centra en que el número de personas repuestas avanza a un ritmo cada vez más rápido, y ya triplica al de fallecidos.

Muchos de los 21 españoles repatriados desde Wuhan, el epicentro del brote, tienen familiares y amigos allí. Pese a la distancia, siguen con inquietud la evolución de la situación desde su cuarentena en la planta 17 del hospital militar Gómez Ulla. Nueve de ellos trabajan como miembros del cuerpo técnico del club de fútbol local Wuhan Shangwen. Su empresa empleadora, Nama Sports, les ha hecho llegar unas camisetas en las que puede leerse el grito de aliento que desde hace semanas se oye en las calles de la ciudad cerrada: “Wuhan jiayou!”, “¡ánimo Wuhan!”.

Con ellas puestas, todos los evacuados españoles nos hemos tomado una foto, con la que expresar nuestro apoyo a aquellos que lidia con el virus sobre el terreno. “Queremos que la gente querida que hemos dejado allí sepa que nos acordamos de ellos”, explica Pedro Morilla, director deportivo del equipo. En su caso, se refiere al resto del personal del Wuhan Shangwen y casi 700 jugadores de entre 8 y 18 años con sus respectivas familias. “Nuestra intención es transmitir fuerza y ánimo en esta situación tan complicada. Aunque estemos aquí,

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