En 1989, la psicóloga norteamericana Susan Forward publicaba Padres que odian, un libro llamado a convertirse en todo un bestseller dentro del género de la autoayuda. En él se exponían diversos casos reales de pacientes que habían pasado por la consulta de la terapeuta y a los que unía un denominador común: todos ellos habían vivido relaciones realmente frustrantes con sus progenitores o, como denominaba la propia autora, esos ‘padres que odian’.
Fue ella también la que acuñó por primera el término ‘padres tóxicos’ para referirse a todas esas personas – ya que la expresión podría extenderse también a abuelos y cualquier cuidador de un menor- que lejos de fomentar la autonomía y madurez personal de los pequeños les convierten en seres inseguros, con baja autoestima y dependientes emocionalmente debido a una excesiva rigidez y una total ausencia de sentimientos afectivos.
Pero, ¿cómo identificar a estos padres tóxicos? Los especialistas señalan que existe una serie de características que definen la conducta de este tipo de progenitores y que serían:
Manipuladores
Son dramáticos por naturaleza y exageran cualquier situación para generar en el niño inseguridad y limitar su confianza en los demás. Tratan de controlarlo todo de sus hijos: qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo. Además, tuercen la verdad a su favor y utilizan la culpa para obtener lo que quieren.