No nos dejemos engañar. Cuando alguien, aunque sea el médico, nos dice “eso que te pasa es estrés”, no nos está diciendo nada nuevo, sino sólo lo que ya sabemos, es decir, que estamos angustiados, cansados, desmemoriados, malhumorados, intolerantes y hasta es posible que enfermos. Eso es el estrés, el conjunto de alteraciones del cuerpo y la mente que resultan de una actividad intensa y sostenida de nuestros sistemas nervioso y endocrino. Es como un estado de ansiedad, o incluso de miedo, que lejos de ser pasajero por responder a una situación puntual, se instala permanentemente en nosotros haciendo que tengamos acelerado el corazón, elevada la tensión arterial, movilizadas las reservas energéticas del hígado y los músculos y activadas las glándulas endocrinas produciendo cantidades anormales de hormonas, como la adrenalina o glucocorticoides como el cortisol. Todo eso daña el sistema cardiovascular, y hace que disminuyan las defensas en el sistema inmunológico y que mueran más neuronas de las habituales en nuestro cerebro. Es como si a un coche en lugar de acelerarlo sólo cuando es necesario para adelantar a otro, lo lleváramos acelerado todo el rato. El motor y muchos de sus componentes acabarían por dañarse y, además, el vehículo estaría sometido a riesgos innecesarios a causa de su propio comportamiento.

La ausencia de estrés es por tanto un componente importante del bienestar de las personas y para reducir o eliminar el estrés necesitamos antes que nada identificar sus causas, saber qué es lo que lo produce. Si hiciésemos una encuesta preguntando a la gente de la calle por qué estamos estresados, con toda seguridad nos hablarían de las prisas, el exceso de trabajo, la masificación urbana, el tráfico desmesurado, los conflictos interpersonales, la competitividad, la falta de adaptación a las nuevas tecnologías, las insatisfacciones personales, la polución, los ruidos y muchas más cosas de tal guisa. Sonia Lupien, afamada especialista canadiense, cree que la principal fuente de estrés en la vida moderna son los media, es decir, la cantidad de información sobre accidentes, catástrofes y acontecimientos sociales y ambientales negativos con la que cotidianamente nos bombardean los periódicos,

 » Más información en elpais.es