LOLITA BELENGUER

Suicidio

Carmen Regidor dice que la vida le ha salido «cruz». Esta auxiliar de enfermería madrileña, de 60 años, se jubiló hace dos años tras operarse del hombro. En los últimos diez años ha intentado suicidarse tres veces. Un tema del que habla sin reparos para luchar contra la estigmatización de las personas que intentan quitarse la vida para «dejar de sufrir».

Hace diez años se vio en una situación familiar «precaria»: tuvo que afrontar en solitario los cuidados de su padre, enfermo de fibrosis pulmonar. Según cuenta a 20minutos.es, «salía del hospital de trabajar y me metía en otro para atender a mi padre». Y esa etapa en la que pasaba prácticamente las 24 horas del día entre hospitales con «dos trabajos» se sentía «muy sola» y cayó en el alcohol para huir del «síndrome del cuidador».

Al morir su padre, la situación no mejoró. «La convivencia con mi madre era muy complicada y terminé llevando una vida itinerante durmiendo en pensiones, habitaciones, residencias sociales e incluso en la calle…». A esta situación se sumó una batalla judicial familiar que tampoco contribuyó a mejorar el estado de ánimo de Regidor. Ahora vive en un piso alquilado a través de la Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid (EMV), un espacio «digno» y «propio» que le cuesta gran parte de su pensión pero que le ayuda a llevar una vida «más o menos normalizada».

Hace seis años que no bebe nada de alcohol pero su estado mental no deja de ponerle a prueba. Regidor relata que el suicidio «te deja una herida social porque estás estigmatizada de por vida».

La primera vez que se intentó suicidar no existía el teléfono contra el suicidio inaugurado hace un año por la asociación La Barandilla. «Entonces, cuando me tomé las pastillas y me fui en metro (al hospital) no tenía ni un cielo donde mirar ni un suelo donde pisar». Regidor niega el mito de que se haga por llamar la atención «porque quien lo hace una vez lo puede volver a intentar cien veces».

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