El cannabis es la droga más popular del mundo y su uso legalmente admitido para aliviar algunas dolencias le ha dado una pátina positiva, pero los científicos advierten: causa relevantes daños cerebrales. Una obviedad científica que lucha de forma quijotesca contra la industria y ciudadanos confundidos.

Ayuda en tratamientos para la quimioterapia y epilepsias graves, y es legal en Canadá y Uruguay, además de en Colorado (Estados Unidos). Una planta que empieza a ser un filón para la industria y que, por ser natural, muchos ven inocua. ¿Qué daño puede hacer? La pregunta ha empezado a ser respondida en la tercera Conferencia Europea sobre comportamientos adictivos y dependencias, la «Lisbon Addictions 2019», donde expertos de 80 países debaten hasta el viernes sobre el futuro de las adicciones.

En este cónclave, Marilyn Huestis, experta estadounidense, ha presentado algunos datos que reflejan la evolución en el consumo, principalmente en su país, donde hay 10 millones de personas que diariamente usan cannabis, la droga ilícita más popular del planeta con 188 millones de consumidores, según la ONU.

«Los jóvenes cada vez lo ven menos peligroso», ha asegurado Huestis, que se declara «realmente» asombrada por el hecho de que haya «muchos padres» que tampoco lo crean, principalmente a consecuencia de la legalización en Colorado.

Es una sustancia que a largo plazo «afecta al desarrollo del cerebro» y perjudica también a quienes están cerca, como ocurre con el tabaco

Dar luz verde a una sustancia que a largo plazo «afecta al desarrollo del cerebro» y perjudica también a quienes están cerca -como ocurre con el tabaco-, ha generado una imagen confusa de inocuidad sobre el cannabis, hasta el punto de generar situaciones rocambolescas. Por ejemplo, que se recomiende a embarazadas que fumen un «porro» para tratar las náuseas, como hacen los enfermos de cáncer ante los efectos secundarios de la quimioterapia, una escena contada por Huestis ante el público.

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