Detectar un cáncer de mama durante el embarazo es algo poco común, pero puede ocurrir y es cada vez más frecuente. Afecta, según American Cancer Society, a uno de cada tres mil embarazos, y es más frecuente en mujeres de más de 35 años. Esto se debe a que, según avanza en edad, la mujer tiene más probabilidades de padecer cáncer de pecho, y porque está bastante probado que los embarazos tempranos protegen frente a este tipo de tumores.
Por el momento de la vida de la mujer en la que se producen, este tipo de cáncer tiene algunas peculiaridades, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento.
Diagnóstico tardío y más difícil
Durante el embarazo, en las mamas de las mujeres se producen muchos cambios: las mamas se vuelven más densas, aumentan de tamaño y aparecen protuberancias. Esto puede provocar que los tumores pasen más desapercibidos para la mujer en esta etapa y es habitual que, cuando se note un bulto, el tumor sea más grande, esté más avanzado y pueda tener peor pronóstico. Por eso es importante recordar que, aunque se esté embarazada, el cáncer de mama es posible, y se debe invitar a las mujeres a que se hagan exploraciones mamarias regularmente y acudan al médico a la mínima sospecha.