MELISA TUYA

Marián García

Marián García (Madrid, 1982)  va camino de «convertirse en la divulgadora científica más conocida de este país». Lo afirma en el prólogo de su último libro, El jamón de york no existe (La esfera de los libros, 2019),  Laura Baena, fundadora de El club de las malas madres. Ella le quita hierro, aunque lo cierto es cada vez es más complicado encontrar a alguien al que al menos no le suene la existencia de Boticaria García.

Junto a Baena, esta farmacéutica, óptica y nutricionista, lo más semejante a una mujer orquesta de las ciencias de la salud, recorre los supermercados para enseñarnos a alimentarnos mejor desde Instagram, dónde la siguen más de 115.000 personas. Una red social que reivindica «porque hay que estar dónde está la gente». Por eso ella está en todos los altavoces que alcanza, desde un blog alojado en 20minutos que lee un millón de personas al mes, hasta los prestigiosos eventos científicos Naukas o medios como RNE, La Ser,  Televisión Española y ahora en Zapeando, en La Sexta.

Embajadora por decisión propia de La Mancha y su queso semicurado, más concretamente de Belmonte que es el pueblo conquense de dónde siente que procede, el sentido del humor es su seña de identidad. Por mucho que sea doctora o dé clases en la universidad, no le duelen prendas a la hora de disfrazarse o, por ejemplo, cantar con una guitarrilla infantil su versión de canciones como Tengo una vaca lechera para poner en su sitio a las ‘leches’ vegetales. 

¿La llaman influencer?
Me llaman influencer muchas veces y lo peor de todo es que me tratan como influencer desde las agencias de marketing. Aunque en realidad palabra influencer es como el glutamato monosódico, tiene connotaciones negativas, pero no es mala necesariamente. El glutamato también lo tienen los tomates y ser influencer al final es simplemente que tienes influencia. Pero por sus connotaciones frívolas y comerciales, el gremio que nos hemos juntado preferimos llamarnos divulgadores.

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