Cada año, 110.000 personas sufren un ictus en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología. De ellas, casi la mitad fallecen o quedan con secuelas incapacitantes. De hecho, actualmente se calcula que hay unas 330.000 personas en nuestro país con alguna diversidad funcional derivada de un accidente cerebrovascular. Con el objetivo de concienciar sobre este problema, este sábado se celebra el Día Mundial del Ictus.

Ataca de manera imprevista, a veces sin ningún tipo de señal previa. Cuando aparece, lo que tardamos en reconocerlo y actuar puede marcar la diferencia. Y, cuando pasa lo peor, cada paciente tiene que afrontar desafíos diferentes en el camino de recuperación.

«Perdía la visión»

«Yo estaba en un banco. Había ido a sacar dinero y allí empecé a encontrarme mal», narra a 20minutos María Rosa, de 72 años. «Perdía la visión. No llegué a desmayarme, pero caso caí al suelo. Me recogieron, y me llevaron al hospital. Me dijeron que tenía una isquemia», añade.

Este episodio, recuerda, tuvo lugar en el año 2014. Por aquel entonces, María Rosa no había padecido ningún problema cardiovascular que pudiera haber servido de preámbulo al ictus, y en su familia nadie había sufrido esta afección (eso sí, aclara, dos hermanos suyos habían sufrido infartos de miocardio previamente).

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