Más de dos meses confinados está provocando efectos positivos. Por ejemplo, en la calidad del aire. Se han desplomado los índices de dióxido de nitrógeno en las ciudades. Pero, según advierte Mario Rodríguez (Madrid, 1965), director ejecutivo de Greenpeace España, hay que tener mucho cuidado con lo que se hace en el futuro. Reclama que se apueste por cambiar las políticas de movilidad antiguas y que la Comisión de Reconstrucción tenga en cuenta la industria verde.

-¿Cómo está afectando el confinamiento al medio ambiente?

-Hay efectos inmediatos. Se reduce el tráfico aéreo o terrestre y baja de forma drástica el nivel de contaminación en las ciudades y su impacto en la salud. En cuanto a los gases invernaderos, la reducción ha ido variando. La Agencia Internacional de la Energía hablaba que podía haber una reducción entre un 5% y un 8% de las emisiones globales este año. Es un efecto positivo y se ve en las imágenes por satélite. Teniendo en cuenta las 80 ciudades más grandes de España la reducción es del 80% de emisiones. ¿Qué pasa? Hay que ver cómo se vuelve a la normalidad, a la nueva o a una peor.

-¿En qué sentido puede ser peor?

-Se han hecho llamamientos al uso del transporte privado para evitar el contagio. Ya era un problema antes, que se puede acentuar. Son necesarias otras políticas. No se puede volver a un modelo antiguo de movilidad.

-Greenpeace denunció que solo 16 ciudades han ampliado espacios permanentes para moverse de forma segura durante la crisis sanitaria.

-Esta situación es una excelente oportunidad para habilitar más espacios para ir a pie o en bicicleta. Lo está haciendo Milán. Está nueva normalidad puede durar mucho tiempo y se puede dar con más frecuencia. Es necesario mejorar las redes de transporte públicos, carriles bici, fomentar el patinete… Hay muchas maneras de moverse por las ciudades.

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