El comienzo de la vida de las personas es un periodo en el que somos especialmente vulnerables y que al mismo tiempo puede determinar cómo será nuestra salud durante el resto de nuestra existencia. Por ello, es especialmente importante saber detectar y atajar cualquier problema que pueda surgir.
Formas de ictericia inofensiva
Una condición relativamente común en los recién nacidos es la ictericia, una coloración amarillenta en la piel y los ojos como resultado de un exceso de bilirrubina en la sangre.
En principio, esto es normal: a medida que el bebé crece en el vientre de la madre, la placenta es la que cumple la función de eliminarla del cuerpo del bebé, y no es hasta pasado un poco de tiempo tras el nacimiento que el hígado comienza a ocuparse de ello. Cuando hay un pequeño desfase y se produce esta forma de ictericia, no suele ser grave y normalmente desaparece por sí sola al cabo de unas semanas.
Además, en los lactantes pueden aparecer dos formas más de ictericia inofensiva: una cuando el bebé tiene algunas dificultades para alimentarse o extraer la leche del pecho materno en la primera semana de vida, y otra durante la segunda y la tercera semana de vida cuando la composición de la propia leche materna afecta al procesamiento de la bilirrubina en el hígado.