La tecnología humana ha desarrollado materiales increíblemente sofisticados para cumplir funciones muy concretas con gran eficacia. No obstante, a veces no ha tenido en cuenta que estos materiales podrían afectar a nuestra salud de maneras poco previsibles.

Útiles, ubicuas y enigmáticas

Las nanopartículas son un ejemplo de esta sofisticación. Se trata de unas partículas minúsculas, tan pequeñas que no son visibles ni siquiera a través de un microscopio convencional, que en su mayoría se producen intencionadamente (por ejemplo, para producir productos deportivos resistentes, pero de bajo peso, para mejorar la efectividad de medicamentos, para lograr un envasado más hermético de los alimentos) pero en algunos casos aparecen como un subproducto de ciertos procesos industriales o, más raramente, de manera natural.

Efectivamente, muchas de ellas cumplen funciones importantes; sin embargo, lo cierto es que es poco lo que se conoce aún sobre los efectos de los nanomateriales en la salud humana y medioambiental.

Es por ello que resulta especialmente alarmante que, tal y como detallan en un artículo publicado en el medio especializado Placenta, un equipo de científicos adscritos a la Universidad Rutgers (Nueva Jersey, Estados Unidos) haya encontrado nanopartículas en los tejidos de fetos.

Hasta lo más profundo del organismo

El hallazgo se ha producido en el marco de una investigación sobre las causas de los nacimientos con bajo peso,

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