Poder detectar precozmente el cáncer de mama, ver cómo se encuentra la fractura de un hueso o diagnosticar una neumonía a un paciente es posible gracias a los rayos X. Una «forma de radiación electromagnética», según explica el Instituto Nacional de Imágenes Biomédicas y Bioingeniería, indispensable.

Sin los rayos X habría muchas enfermedades que no se podrían curar y tratamientos poco efectivos al no ser capaces de comprobar la gravedad de las lesiones. Por eso, hoy que celebramos el Día Mundial de la Radiología, es indispensable hablar del descubridor de los rayos X, Wilhelm Roentgen.

Wilhelm Roentgen nació en Alemania en el año 1845. La idea era que él continuase con el negocio familiar, una empresa de textil, pero durante sus estudios la fascinación de Roentgen por la física no dejó de aumentar. Fue a la universidad, se licenció en Ingeniería Mecánica, pero se doctoró en Física.

Trabajó como profesor de Matemáticas y Física, pero este trabajo no le llenaba, hasta que en 1979 logró convertirse en profesor titular en la Universidad de Ludwig en Giessen. Allí abrió su propio instituto de investigación donde hizo varios descubrimientos como una pieza dieléctrica, un inicio prometedor.

A Wilhelm Roentgen se le consideraba un investigador solitario que podía pasarse horas en su laboratorio.

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