Hace unos años, comenzaron a aparecer en Europa (y más concretamente en España) casos de una misteriosa enfermedad que originalmente había afectado a soldados soviéticos en la península de Crimea y a algunas personas en regiones remotas del (entonces aún llamado así) Congo Belga. Como ocurre con otras enfermedades como el Zika o el virus del Nilo Occidental, el cambio climático antropogénico tiene mucho que ver con este fenómeno.

La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo es una zoonosis (una enfermedad que los animales pueden transmitir a las personas) provocada por un virus perteneciente a la familia Nairoviridae (Nairovirus) y endémica de África, los Balcanes, Bulgaria, Turquía y Oriente Medio.

Se transmite a las personas o bien por medio de la picadura de garrapatas (Ixodoidea) que hayan picado a animales infectados, o bien por el contacto con sangre, fluidos o tejidos de personas o animales infectados. Por ello, la mayoría de los casos en humanos se dan en personas que están en estrecho contacto con animales, como ganaderos, veterinarios u operarios de mataderos.

Sin embargo, la vía más habitual es, sin duda, la primera; y esto, en combinación con los efectos del cambio climático,

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