Tomar un medicamento de manera habitual, especialmente aquellos de naturaleza psicotrópica, marca una diferencia en la vida del paciente. Por supuesto, su objetivo es tratar de alguna manera (ya sea aliviando, previniendo el empeoramiento…) una condición que ocasiona molestias o problemas al paciente de alguna manera; pero también pueden causar diferentes efectos adversos u obligarle a cambiar sus hábitos de vida.

Un caso bastante particular en este sentido es el de los medicamentos que se emplean en el tratamiento del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Pertenecientes a la familia de los psicoestimulantes, a menudo logran una mejoría notable de los síntomas de la condición, pero tienen también riesgos importantes y por ello están siempre sujetos a receta médica.

A día de hoy, los más comunes son los metilfenidatos, una familia a la que pertenecen nombres comerciales como Concerta o Ritalin.

«Ayudan a concentrarse, pero tienen efectos adversos»

«Son fundamentalmente para el TDAH, aunque se usan también para otras condiciones como la narcolepsia», aclara a 20minutos Gonzalo Salazar de Pablo, vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM). «Según la fórmula, pueden durar 4, 8 o 12 horas», puntualiza.

«Ayudan con la atención y con la concentración por un lado, y por otro también con la hiperactividad y la impulsividad»,

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