La historia de Vitaldent ha dado un giro brusco en poco más de tres años. Tras entrar en pérdidas, en 2016, en el marco de la operación policial Topolino, su presidente y fundador, el uruguayo Ernesto Colman, era arrestado por un delito de blanqueo. Famoso por su vida de lujos y excentricidades (le incautaron un avión y 36 coches de lujo), la caída de Colman abrió la puerta para la entrada de Javier Botín, hermano de la presidenta del Banco Santander. A través de la firma financiera que dirige, JB Capital Markets, Botín se hizo con la cadena de clínicas dentales por 18 millones de euros y el compromiso de invertir otros 40 millones.

La operación, no exenta de riesgos, ha resultado ser muy rentable. Botín colocó al frente de Vitaldent al actual equipo directivo, liderado por Javier Martín Ocaña como director general. Llegó al puente de mando en un momento en el que la compañía había reducido a la mitad sus ingresos y los números rojos alcanzaban los 20 millones. “Tres años después los ingresos de Vitaldent están en torno al 90% de los registrados antes de la crisis de la compañía y este año terminaremos con una ganancia de 21 millones de euros”, destaca Martín Ocaña.

Los esfuerzos para devolver a Vitaldent a la rentabilidad han tenido su premio. El pasado mes de junio JB Capital Markets vendió el negocio dental al gigante del capital riesgo Advent International por 350 millones de euros. Las plusvalías de la operación para la firma de Javier Botín se estiman en 200 millones. De esos 350 millones de venta, 100 millones han ido a aliviar la deuda de la compañía, que actualmente asciende a 145 millones, lo que supone algo menos de cinco veces su ebitda (beneficio bruto de explotación), que este año cerrará en torno a los 31 millones de euros, según explica Martín Ocaña.

Italia, el próximo asalto

Javier Botín guarda aún un as bajo la manga. Su firma de inversión sigue siendo propietaria y gestionando Vitaldent Italia,

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