Es uno de los grandes enigmas que la medicina todavía no ha conseguido desentrañar. El primer caso probable de esclerosis múltiple lo describió en el siglo XII san Torlak, patrón de Islandia, pero hubo que esperar hasta el XIX para que el neurólogo francés Jean-Martin Charcot lo catalogara como una patología distinta a las existentes. En todo este tiempo, el origen de esta afección ha sido un misterio, cuya resolución parece ahora un poco más cercana después de que un macroestudio de la Universidad de Harvard haya señalado al virus de la enfermedad del beso como la causa principal.
Casi tres millones de personas en el mundo padecen esclerosis múltiple, una enfermedad potencialmente incapacitante que se diagnostica entre los 20 y los 40 años y que se produce cuando el sistema inmune ataca por error el material que rodea y protege las células nerviosas (mielina) del cerebro y la médula espinal. En general, la enfermedad es leve, pero algunas personas pierden la capacidad de escribir, caminar o incluso hablar.
A resolver la incógnita sobre el detonante de esta patología ha contribuido un estudio de la Universidad de Harvard publicado en la revista Science, que ha analizado muestras de sangre de diez millones de militares estadounidenses a lo largo de 20 años,