El Ministerio de Sanidad contempla desde el principio de la crisis del coronavirus tres escenarios para tratar de frenar la expansión de la epidemia: contención, mitigación y generalización. Cada uno de ellos está dotado de medidas que se aplican de forma progresiva y van desde acciones concretas, como la cancelación de vuelos, a, en última instancia, generales como la restricción de la libre circulación, como decidió hace un par de días el Gobierno italiano en todo el país.

Hasta este lunes, desde el departamento que dirige Salvador Illa se mantenía el escenario menos agresivo para la vida diaria de la población, el de contención, el objetivo era el control del virus sin generar una excesiva alarma social. Aún no se había detectado transmisión descontrolada y tampoco se valoraba una entrada masiva de casos importados, siempre según los datos que maneja el Ejecutivo.

Las medidas se limitaban a consejos higiénicos, como no toser sobre la mano, lavárselas frecuentemente o no acudir a urgencias en caso de haber estado en contacto con enfermos en las zonas de riesgo y tener síntomas. También se aplicaron acciones sanitarias de aislamiento y recomendaciones para evitar eventos con gran afluencia. Pese a ello, se celebraron el pasado domingo multitudinarias concentraciones en todo el país por el Día de la Mujer y Vox reunió a 9.000 personas en un mitin en Vistalegre (Madrid).

Al día siguiente, el crecimiento exponencial de la epidemia de COVID-19, la enfermedad que provoca este coronavirus, se duplicó de los 600 casos registrados el domingo a 1.204 pacientes. El dato puso en alerta al Gobierno y obligó a elevar el escenario de riesgo para evitar tropezar con la misma piedra con la que se había topado Italia diez días antes, aunque en vez de pasar directamente a mitigación se optó por una solución híbrida entre el primer y el segundo nivel, que denominó de «contención reforzada».

Esta solución no prevista inicialmente incluyó la suspensión durante 15 días de las clases desde la guardería hasta la universidad en las tres zonas de «transmisión significativa» que se han detectado: la Comunidad de Madrid,

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