Levantarse, coger el transporte público, trabajar, regresar a casa, todo ello con la vibración casi constante del móvil en el bolsillo y el incesante bombardeo de distintas pantallas y voces robotizadas. El estilo de vida contemporáneo (al menos, el de la mayoría de la población que en los países más ricos se acumula en las metrópolis) es intenso y frenético. Y puede terminar por pasar factura.

No es de extrañar que cada vez los problemas de salud mental sean más comunes. Sí, es cierto que cada vez hay mayor concienciación, se habla más abiertamente de ello y se abordan con más seriedad en la clínica; como también es verdad que las últimas crisis económicas y acontecimientos mundiales han incrementado la inseguridad y competitividad de muchas personas, obligadas a mantener en todo momento la productividad para asegurar su propia subsistencia.

«No es de extrañar que pueda aparecer en cualquiera»

A semejanza del bombardeo sensorial que las personas experimentamos en el entorno que habitamos, muchas personas pueden notar que en ocasiones sus pensamientos se suceden con una velocidad y un ritmo imparables. Tal y como explica a 20Minutos Carlos Sánchez Polo, Psicólogo General Sanitario en la Universidad de Comillas y psicoterapeuta en el Instituto Psicológico Cláritas, este fenómeno es lo que damos a llamar síndrome del pensamiento acelerado.

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