Hay dos situaciones por las que se nos pone la piel de gallina: cuando tenemos frío y cuando sentimos alguna emoción intensa. Todos lo asumimos de una manera natural porque nos pasa desde siempre, de hecho, no somos los únicos mamíferos a los que les ocurre. Sin embargo, aunque lo asociamos a estas situaciones, pocas veces nos paramos a pensar por qué ocurre y qué utilidad tiene que se nos pongan ‘los pelos de punta’. Y es que, esta ancestral respuesta biológica, como todas ellas, tiene, no solo una explicación, sino también una razón de ser. Veamos cuál es.

La piloerección -también conocida científicamente como horripilación cutánea- es una reacción corporal involuntaria por la cual el vello se eriza y la que rodea al vello se dilata, de ahí que sean tan visibles y se compare con la piel de las aves cuando no tiene plumas. Esto ocurre en gran parte del cuerpo, especialmente en brazos, piernas, cuello, cabeza, la nuca y el rostro. Sin embargo, no se da en las manos, los pies y los genitales.

Este fenómeno se produce cuando se activa del sistema nervioso simpático, el mismo sistema que se activa, de manera involuntaria, como respuesta a un estímulo externo y que, por ejemplo, nos hace correr ante una amenaza. Gracias a la adrenalina que se segrega,

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