Una investigación publicada en Nature Metabolism señala que el azúcar en sangre produce efectos en el hambre incluso varias horas después de comer ese alimento que la ha producido.

Algunas personas experimentan bajadas de azúcar cuatro horas después de ingerir su última comida. Este hecho, es un indicador más relacionado con el apetito que con los niveles de glucosa.

«Durante mucho tiempo se sospechó que los niveles de azúcar en sangre juegan un papel importante en el control del hambre, pero los resultados de estudios previos no han sido concluyentes», afirma Sarah Berry, científica del King’s College London.

«Ahora hemos demostrado que las caídas de azúcar son un mejor predictor del hambre y la ingesta posterior de calorías que la respuesta inicial del pico de azúcar en la sangre después de comer, lo que cambia la forma en que pensamos sobre la relación entre los niveles de azúcar en la sangre y los alimentos que comemos», concluye.

Los científicos analizaron a 1.070 participantes de Estados Unidos y Reino Unido y su respuesta de azúcar en sangre. Para la investigación tomaron un típico desayuno y, a lo largo del día, ingirieron la comida que ellos desearon, siempre y cuando respetaran el mantenerse sin comer tres horas después.

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