Alegres, sociables y tremendamente empáticos. Son adjetivos que podrían definir un carácter que ya quisieran muchos padres para sus hijos. Sin embargo, esta descripción esconde una realidad, cuando menos, complicada, para uno de cada 7.500 niños nacidos en España. Y es que, estos rasgos son parte de los síntomas que describen un problema prácticamente desconocido por la sociedad, y que se conoce como síndrome de Williams.

La alegría y el optimismo, sus señas de identidad

Las personas que tienen este síndrome se distinguen por tener una actitud extremadamente amigable. Los niños afectados son extrovertidos, alegres y no saben lo que es comportarse con maldad. Esa ingenuidad hace que «haya que trabajar con ellos aspectos relacionados con las habilidades sociales, con el objetivo de que aprendan a resolver conflictos de la vida diaria, mejorar la comunicación verbal y no verbal y aumentar la autoestima», apunta la vocal de la junta directiva de la Asociación Síndrome Williams España Carmen Moreno.

Acompañando este aspecto conductual, existen otras «pistas» que nos indicarían que algo no va bien. Y es que, la alteración genética mencionada afecta a numerosas áreas y funciones del organismo. «Estos síntomas, que aparecen entre los 3 y 4 años de edad, se manifiestan de forma muy variable en cada caso. Sin embargo, en general, lo que se aprecia, además de unos rasgos físicos particulares, es un retraso del desarrollo a nivel general junto con debilidad muscular», asevera el neuropediatra, quien agrega que «el lenguaje también se retrasa y aparecen problemas tanto en la comprensión como la expresión. Además, si tenemos en cuenta el bajo tono muscular y las dificultades de percepción espacial, podemos entender que también se asocien problemas de coordinación motora».

En este punto, el doctor nos recuerda la importancia de cumplir con todas las revisiones de salud establecidas para niños sanos. De esta forma, se facilita una detección precoz de las desviaciones que puedan aparecer y así conseguir una intervención temprana.

Rasgos faciales diferenciados y habilidades extraordinarias

La fisonomía de la cara revela la presencia del síndrome.

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