La primera vez que uno entra en un gimnasio, casi parece magia. «Sí, requerirá esfuerzo, pero si me machaco a conciencia conseguiré el cuerpo soñado», piensa el lego, como si esculpir el cuerpo ideal fuera una cuestión matemática. No lo es, y no todo lo que uno hace en sus entrenamientos sirve para lo que piensa. Hay movimientos que, sin ser negativos, no ayudan a fortalecer, ni a adelgazar ni a hipertrofiar, que son los objetivos recurrentes de las personas que invierten su dinero en un gimnasio. Otros ejercicios pueden hasta suponer una lesión si no se ejecutan correctamente.

«El deporte no es como la vida real, en la que muchas veces aprendemos por la vía del ensayo y el error; en el ejercicio físico, el error significa lesión. Puedes ir mejorando en la ejecución o en el rango de movimiento, pero desde el primer momento has de hacerlo bien», explica el entrenador Martín Giaccheta. Con más de dos décadas de experiencia a sus espaldas, Giaccheta ha visto surgir infinidad de ejercicios y asegura que prefiere los clásicos, los de toda la vida. Pero hay que innovar. «Hay un sector del público que constantemente necesita novedades. Y, a veces, lo malo no es el ejercicio en sí, sino que no se ejecutan bien», dice.

Lo primero que hay que hace para evitar esta situación es conocer los ejercicios que pueden hacernos más mal que bien, y aquellos con los que estás perdiendo el tiempo por mucho que te esfuerces. Giaccheta explica cuáles son los que, como mínimo, hay que complementar con otros.

Los ‘crunches’ no vienen con una tableta de chocolate de regalo

Depende. Si tu barriga no tiene ni un gramo de grasa, será fácil cincelar el six pack, pero los abdominales de toda la vida – tumbado bocarriba, manos al pecho o en la nuca y elevando el tronco desde la pelvis – no te van a regalar una tableta de chocolate si por encima hay michelines.

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