Sentirse rechazado o más bien ignorado por la pareja es uno de los sentimientos más desagradables que pueden surgir en una relación. Mina la autoestima, provoca que nos asalten mil y una dudas, nos precipita a sacar conclusiones equivocadas o dramatizadas, y puede llevarnos a dar por terminada la relación si no aclaramos cuanto antes la situación. Pero, además, nos deja el regusto amargo de saber que quien al principio lo dio todo por su pareja ahora se desentiende por completo de ella. Obviamente, es un riesgo que hay que correr, ya que cuando se establece un vínculo afectivo con alguien le estamos dando a esa persona la posibilidad de acabar haciéndonos daño si la relación no prospera. Sea como sea, estos son algunas de las principales recomendaciones de los psicólogos en torno a qué hacer y qué no hacer cuando alguien nos castiga con su silencio:

Las relaciones de pareja son cosa de dos. En casos así, conviene echar mano de la autocrítica y analizar con detenimiento si tenemos parte de la culpa o hemos propiciado de alguna manera la situación con nuestro comportamiento. Antes de señalar al otro se recomienda hacer un examen de conciencia en busca de posibles motivos y reconocer también los errores.

Es bueno intentar ponerse en el lugar del otro para lograr entender qué le está pasando. Averiguar si su distanciamiento tiene que ver con la manera en qué nos comportamos con él/ella o con una situación ajena que le pueda estar desestabilizando (problemas en el trabajo, con su familia, una enfermedad…) y que, por la razón que sea, no quiere compartir con nosotros.

Intentar ignorar al que nos está ignorando o provocar sus celos para llamar su atención no son nunca buenas tácticas para resolver una situación de este calibre. Más bien propiciará el efecto contrario, ya que el que nos ignora perpetuará esta dinámica y, además, le hará perder la confianza que tenía en nosotros.

Antes de dar por sentado algo es mejor intentar averiguar si hay algún motivo importante por el que nuestra pareja puede estar ausente para no mostrarnos la atención que antes sí nos concedía. No conviene levantar falsas alarmas ni ponerse a la defensiva sino abordar el tema con tacto para conocer de primera mano qué está ocurriendo.

Si la pareja continúa ignorándonos y no nos habla, se le puede ayudar a trabajar para redirigir el hábito que se ha desarrollado en su vida.

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