El hombre, al igual que el resto de los seres vivos que habitan en la Tierra, desde la bacteria más pequeña hasta el más grande y complejo de los vertebrados, no actúan independientemente del medio ambiente, sino que se adaptan a él. Como la vida en nuestro planeta no es una constante, sino que varía a lo largo del día, de las estaciones, etc. cada uno de los organismos que vivimos poseemos un ‘reloj interno’ que se adapta a esas variaciones, sobre todo a las que se producen en las 24 horas que dura un día en la tierra. A estos ‘relojes internos’ se les conoce como ritmos circadianos y, aunque se empezaron a investigar a inicios del siglo XIX, no fue hasta la década de los 80 cuando se descubrió el mecanismo molecular que lo regula. Este descubrimiento fue llevado a cabo por los científicos estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young, galardonados con el premio Nobel de medicina en 2017. Para entender qué son exactamente y su influencia en nuestra salud, hablamos con Carlos Rey Serra, investigador predoctoral en el laboratorio del Dr. Santiago Lamas (Centro de Biología Molecular ‘Severo Ochoa’ – CSIC).Básicamente, los ritmos circadianos son las fluctuaciones periódicas que se producen en nuestro organismo a lo largo del día, “parámetros biológicos como la presión sanguínea, la excreción de agua y urea en orina o los niveles hormonales, sufren variaciones a lo largo del día; por ejemplo, los niveles de cortisol -la hormona del estrés- son más altos por la mañana que por la tarde. Estos ciclos se repiten constantemente en periodos de 24 horas y son debido a una sincronización con el medio ambiente”, afirma. “Los parámetros ambientales más importantes son los ciclos de luz/oscuridad, que nos sincronizan con la rotación de la tierra, y los cambios estacionales, que lo hacen con el giro de la tierra alrededor del sol. Nuestro organismo capta esas señales ambientales y las procesa en una región de nuestro cerebro llamado núcleo supraquiasmático (SCN), que funcionaría como el ‘reloj principal’, emitiendo órdenes que sincronizan al resto del cuerpo”.De este modo, nuestro cuerpo se sincroniza con la tierra para que tengamos sueño de noche o más hambre a determinadas horas del día, “debido a la sincronización con el ambiente, nuestro organismo predice en qué momento vamos a necesitar energía, regulando los procesos metabólicos. Y en cuanto al sueño, los ritmos circadianos controlan los niveles de melatonina,

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