Dos vacunas diferentes y una misma reacción adversa: la aparición de trombos coincidentes con un descenso del nivel de plaquetas. Se trata de un efecto secundario muy infrecuente sufrido por algunas personas inmunizadas con los sueros de AstraZeneca y Janssen que ha obligado a muchos países a replantear sus planes de inoculación de los fármacos contra la COVID-19. Primero Europa y después EE UU han notificado casos de estos problemas de coagulación que, aunque escasos, han puesto en jaque a buena parte del planeta.

La detección de estos trombos, con una incidencia muy reducida pero suficiente para hacer saltar las alarmas, llevó hace unas semanas a muchos países de la Unión Europea a recomendar su administración solo a personas mayores. Otros directamente cancelaron su utilización. Ahora, unos problemas parecidos han obligado a paralizar la inoculación de Janssen en EE UU y retrasar su uso en los Veintisiete. Mientras el mundo entero espera que las autoridades sanitarias se pronuncien, el portavoz de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia, Ramón Lecumberri, explica a 20minutos todos los detalles sobre este trastorno.

Algunas personas, tras haber recibido la vacuna de Astrazeneca y ahora parece que también la de Janssen, desarrollan un cuadro autoinmune en el que unos anticuerpos se unen a una proteína de la membrana de las plaquetas e inducen la agregación de estas últimas.

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