El principal objetivo del Ramipril, cuando es recetado por el médico, consiste en reducir la tensión arterial, ya que actúa oponiéndose a los efectos de la enzima denominada angiotensina II. Gracias a ello, este medicamento perteneciente a la familia de los IECAs, provoca una dilatación de arterias y venas, al tiempo que disminuye la reabsorción de sodio y agua.

La doctora Irene Arnanz González, miembro del Grupo Cardiovascular y Diabetes de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) se lo explica a 20minutos de una manera muy esclarecedora: «Imaginemos una tubería con mucha agua a presión dentro. Ramipril lo que hace es aumentar el diámetro de esa tubería y disminuir la cantidad de líquido (volemia) que transcurre por esa tubería».

Un medicamento versátil

Semejante mecanismo de acción de Ramipril, «hace que, además de como antihipertensivo, se utilice en los pacientes con insuficiencia cardíaca (consiguiendo incrementar el gasto cardíaco)».

También –añade la doctora Arnanz– «resulta de utilidad en aquellos afectados por enfermedad renal a causa de la diabetes. ¿Y cómo funciona en este caso? Protegiendo el riñón, al disminuir la presión dentro del mismo. En pacientes diabéticos ha demostrado mejorar la sensibilidad de la insulina y la captación de glucosa por parte del músculo».

Por si no fueran suficientes estas aplicaciones con eficacia demostrada,

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