En verano es muy habitual consumir comida envasada o en conserva. Es un habitual acudir al supermercado y comprar esos platos que están ya preparados para poder llevarlos a la playa o la piscina. Sin embargo, hay que tener en cuenta que existen algunas enfermedades que están relacionadas con la conservación de los alimentos. Una de ellas es el botulismo.

Latas de conserva, principal fuente de casos

Aunque existen otras formas de contraer la enfermedad, la transmisión más común del botulismo es la que se produce por la ingesta de alimentos contaminados. Para entender cuáles son los que entrañan más riesgo, es importante tener en cuenta algunas de las características de la bacteria causante de la patología.

Según indica la Clínica Mayo estadounidense, el botulismo consiste en una intoxicación con la toxina producida por la bacteria Clostridium botulinum (toxina botulínica). Es un microorganismo anaeróbico, por lo que prolifera en condiciones de oxígeno reducido, y prefiere sustratos poco ácidos o ligeramente alcalinos. Normalmente, ingresa a los alimentos por contacto con superficies contaminadas ya que se encuentra de manera natural en el suelo.

Esto explica que los alimentos que entrañan más riesgo son las conservas en lata en las que se ha roto el sello, por ejemplo por golpes. En vista de ello,

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