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La profesora asistente de Ecología y Biología Evolutiva y del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) Carolyn McBride, está investigando la eterna pregunta de cómo y por qué los mosquitos son atraídos por los humanos y, de hecho, los mosquitos portadores de enfermedades como el Zika, la malaria o el dengue, se alimentan casi exclusivamente de personas.
De hecho, de las más de 3.000 especies de mosquitos en el mundo, la mayoría son oportunistas, explica McBride. Pueden picar a mamíferos o pájaros, con una leve preferencia por varias especies dentro de esas categorías, pero la mayoría de los mosquitos no son totalmente indiscriminados ni específicos de cada especie. Pero McBride está más interesada en los mosquitos que los científicos llaman vectores de enfermedades por que son portadores de enfermedades que afectan a los humanos, algunos de los cuales han evolucionado para picar a los humanos casi exclusivamente.
Así, estudia varios de estos mosquitos, entre ellos el Aedes aegypti, que es el vector principal de la fiebre del dengue, el zika y la fiebre amarilla, y Culex pipiens,que porta el virus del Nilo Occidental. El A. aegypti se especializa en humanos, mientras que el C. pipiens es menos especializado, lo que le permite transmitir el Nilo Occidental de las aves a los huMe pmanos.
«Son los especialistas los que tienden a ser los mejores vectores de enfermedades, por razones obvias: pican a muchos humanos», explica McBride, quien trata de entender cómo el cerebro y el genoma de estos mosquitos han evolucionado para que se especialicen en humanos, incluso cómo pueden distinguirnos de otros mamíferos de manera tan efectiva.
Para ayudarla a comprender qué atrae a los mosquitos especializados en humanos, McBride compara el comportamiento, la genética y los cerebros del mosquito Zika con una cepa africana de la misma especie que no se especializa en humanos.
El olor humano
En una línea de investigación, investiga cómo los cerebros de los animales interpretan aromas complejos. Esa es una propuesta más complicada de lo que parece, ya que el olor humano está integrado por más de 100 compuestos diferentes, y esos mismos compuestos, en proporciones ligeramente diferentes,