Tras el orgasmo, de manera casi instantánea, a los hombres les invade una somnolencia que normalmente funde una agradable conversación (cuando se logra en pareja, claro está) con un plácido paseo por el reino de Morfeo.

No en vano, son muchos los estudios que han demostrado los beneficios del sexo y la masturbación para mejorar la calidad del sueño. Y es que ese bajón de energía tiene una explicación científica muy sencilla.

Las responsables de que el orgasmo sea uno de los mayores placeres físicos que se pueden experimentar son las hormonas que se liberan en grandes cantidades al torrente sanguíneo durante la estimulación y el clímax. Entre ellas, hay una llamada oxitocina, responsable de regular numerosos comportamientos sociales, sentimentales y sexuales, que van desde el enamoramiento hasta la crianza de los hijos. De hecho, la oxitocina está detrás de casi todas las sensaciones agradables que experimentamos en compañía de otros seres humanos.

Aunque no está del todo claro el momento preciso de la actividad sexual en el que se produce la liberación de esta hormona (algunos estudios han encontrado que tiene lugar principalmente durante la fase de excitación y otros que es durante el orgasmo), se sabe que otras actividades que elevan sus niveles son la lactancia y el parto en las mujeres y el sueño en ambos géneros.

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