Con la llegada de los meses fríos del años empiezan a llegar al pediatra niños con fiebre, tos y mocos, lo que viene siendo un catarro de toda la vida, y con ellos una de las preguntas que más nos hacen en consulta los padres y madres: «¿No necesitará antibiótico? Es que los mocos se han puesto verdes».

Es cierto que en la medicina de adultos, sobre todo en los pacientes crónicos con enfermedades de pulmón como la EPOC o la bronquitis crónica, tiene cierto sentido, ya que un cambio en la coloración de sus secreciones habituales puede ser debida a una sobreinfeccón bacteriana. Y en estos casos los médicos de familia es probable que acaben pautando un antibiótico a sus pacientes.

Sin embargo, la medicina del niño a este respecto es muy diferente. En primer lugar porque por definición el niño es un paciente sano, es decir, no suele traer consigo un diagnóstico previo que nos condiciona nuestra actitud. Y en segundo lugar, porque sabemos que la inmensa mayoría de los cuadros respiratorios de vías altas que tiene un niño durante la infancia están provocadas por virus.

A pesar de ello, y aunque muchos padres esto ya los saben, cuando un niño pequeño lleva con mocos dos o tres semanas y los mocos cada vez son más espesos y verdes,

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