A un nivel muy básico, la mayoría de casos de sobrepeso y obesidad clínicos responden a un principio elemental: el organismo está recibiendo más calorías de las que gasta, y almacena el excedente en sus tejidos. Por tanto, en todos estos casos, la pregunta más pertinente es qué es lo que nos lleva a comer por encima de nuestro gasto energético.

El estrés y el azúcar en sangre

Para esto existen muchas respuestas diferentes, a veces simultáneas, que conjugan factores biológicos y psicológicos. Lo que sí que sabemos es que, en muchos casos, juega un papel muy importante el estrés. De hecho, existe un corpus de evidencia creciente que indica que las personas que marcan más alto en los indicadores de estrés crónico tienen un riesgo significativamente mayor que el resto de la población de padecer sobrepeso u obesidad.

El doctor en medicina Michael Mosley explica en el medio público británico BBC que el estrés crónico interrumpe el sueño y desequilibra los niveles de azúcar en la sangre, lo que explica que el acto de comer se convierta en muchas personas en un mecanismo de escape emocional para todo ese mismo estrés. El círculo que se cierra entonces es fácil de vislumbrar: comer en exceso lleva a una mayor interrupción del sueño,

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