El pescado es un alimento saludable que, según aconsejan los nutricionistas, debe formar parte de una dieta equilibrada entre dos y cuatro veces a la semana, y que al menos uno de ellos sean un pescado graso. Al tratarse de un alimento muy perecedero -apenas dura dos días en la nevera- y que no suele ser barato, mucha gente opta por comprarlo congelado, que en general suele ser más barato y puede conservarse incluso meses en la mayoría de los congeladores domésticos.
Sin embargo, mucha gente se pregunta si, puesto puede llegar a alternarse su textura o su sabor, la congelación también altera sus propiedades nutritivas y lo convierte un alimento de menor calidad. Por suerte, aunque con alguna excepción, la respuesta es no.
El proceso de congelación, y más cuando se hace de manera industrial, no supone una pérdida de nutrientes. Tanto las proteínas de alto valor biológico que contiene el pescado, como los minerales y los ácidos grasos -sobre todo el preciado omega -3- siguen intactos tras la congelación. También las vitaminas, aunque estas últimas son los únicos nutrientes que podrían ver reducida su cantidad y calidad si el proceso de congelación o descongelación no se hacen correctamente. Esto ocurre cuando no se ha congelado de manera rápida y a muy bajas temperaturas,