¿Le preocupa en demasía lo que piensen de usted sus amigos? ¿No soporta la más mínima crítica en el trabajo? ¿No puede vivir sin una pareja al lado? ¿Necesita recibir la constante aprobación de sus progenitores aunque hace tiempo que ya superó los 40? Es probable que usted sea víctima de la dependencia emocional, un trastorno que en la actualidad supone entre el 7 y el 10% de las consultas psicológicas.

No se trata, por supuesto, de prescindir de los demás ni de lo que nuestro entorno piense sobre nosotros pero cuando la fuente de la autoestima y del bienestar la situamos en el exterior, sin tener en cuenta los propios criterios, y constantemente buscamos el beneplácito de los demás, entonces tenemos un problema.

¿Es mala la necesidad de aprobación? La respuesta es un no rotundo. Sentirse aprobado y aceptado por los demás es una necesidad humana completamente natural e, incluso mas, necesaria para la supervivencia. Sobre todo en edades muy tempranas – durante la infancia y la adolescencia- resulta esencial para el desarrollo de la personalidad y para construir nuestra forma de interactuar socialmente.

De hecho, durante la infancia es una herramienta muy útil para saber cómo comportarnos – la aprobación de nuestros padres marca la pauta de lo que está bien y lo que está mal- y durante la adolescencia el reconocimiento de los iguales actúa de manera muy positiva y se convierte en un elemento importante para conformar la identidad.

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