Son muchas familias las que han vuelto a comer juntas cada día, una costumbre especialmente mediterránea, como nuestra dieta, que constituye uno de los pilares fundamentales para disfrutar de un estilo de vida saludable.
La cuidada planificación de las comidas, la compra responsable de los alimentos de proximidad y temporada y su cocinado casero son las principales ventajas que se derivan de la vuelta al hogar y que ponen distancia con el masivo servicio de los comedores escolares y el rancio ‘tupper’ de las comidas exprés en la oficina.
Estas tareas deberían compartirse entre los miembros de la familia, especialmente con los niños, pues además de ser muy constructivas para su desarrollo y autonomía, son de gran ayuda para aliviar el trabajo doméstico.
En muchas casas, ya ha quedado probada la afición de los más pequeños a ponerse con las manos en la masa cuando se trata de hacer bizcochos o dulces. También se han fomentado el orden o la recogida de juguetes, de manera que es posible pedirles un poco más. Es una buena opción proponerles que diseñen un menú semanal que respete al máximo la pirámide alimenticia de la dieta mediterránea y la importante premisa de ‘5 al día’, relativo al consumo de frutas y verduras.
Lo primero que habrá que ajustar será el consumo de fruta y verdura a diario, la principal fuente de vitaminas, minerales y fibra de nuestra dieta. Las ensaladas, guarniciones, sopas, purés y cocinados al horno abren un amplio abanico de opciones,