Hace unos días, llegó un sobre anónimo al comité de empresa de Metro de Madrid. En el interior aparecieron dos contratos de la empresa pública con fecha de 2009. Ambos se referían a operaciones de retirada de amianto en sendas estaciones de la red —en Herrera Oria, en la línea 9, y en Oporto, en la línea 6— y ambos estaban emitidos desde la Gerencia de Mantenimiento y Obras. Un escalafón en el organigrama de la empresa justo por debajo del consejo de administración, y del consejero delegado. “Esto evidencia que todo el mundo sabía lo del amianto menos los trabajadores”, concluye Francisco Javier del Llano, presidente del comité de empresa del suburbano.

El contrato para actuar en Herrera Oria estaba dotado con más de 94.000 euros y la finalidad del mismo era el “desmontaje del falso techo de fibrocemento”. En el caso de Oporto es una ampliación de inversión de más de 150.000 euros tras identificar amianto en la estación. Debido a la peligrosidad del material, en el pliego se especificaba la obligación de realizar la obra con “personal y empresas autorizadas y con permisos de la Administración”. Metro ha reconocido que ambos contratos se licitaron y ejecutaron.

“Nosotros trabajábamos directamente con el amianto, sin ningún tipo de protección”, recuerda Santos González, trabajador de Metro de 59 años con asbestosis reconocida. González lleva más de 40 años trabajando en mantenimiento de escaleras de la compañía. “Cuando parábamos a descansar, nos comíamos el bocata al lado de donde habíamos estado trabajando. En ocasiones, nos metíamos piezas con amianto en el bolsillo del pantalón”, continúa el trabajador. Aunque González tiene la enfermedad laboral reconocida y recientemente ha empeorado su estado de salud, la mutua laboral con la que trabaja Metro no considera que deba ser beneficiario de una baja. “Me fatigo más y ya no puedo hacer muchos esfuerzos”, explica el operario. A pesar de que estuvo años trabajando con amianto, no fue hasta 2018 cuando le informaron sobre los riesgos asociados al material: “Nos dieron una charla de un par de horas”. Nunca le dieron una mascarilla protectora.

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