Una vez pasado el equinoccio de otoño, las noches pasan, poco a poco a ser más largas que los días. Eso significa que tenemos menos horas de sol y, por tanto, menos oportunidades de sintetizar una sustancia vital para conservar nuestra salud. Se trata de la vitamina D, que interviene, por ejemplo, en el mantenimiento de los huesos y los músculos, en la absorción del calcio o en el buen funcionamiento del sistema inmune, entre otras cosas. Su déficit, sobre todo si es severo puede, por tanto, ocasionar problemas. Sin embargo, combinando una dieta que nos proporcione la cantidad necesaria de esta vitamina y una exposición solar controlada, podremos afrontar el otoño sin rastro de déficit de esta vitamina.

¿Qué pasa si tengo déficit de vitamina D?

Se calcula que la mitad de la población española tiene déficit de vitamina D, es decir, que sus niveles en sangre de este micronutriente son inferiores a 30 ng/mL. Se trata de un déficit que no es severo y no suele ocasionar, salvo en personas vulnerables, serios problemas de salud. Aunque no es peligroso, tampoco es lo ideal, pues un déficit mantenido en el tiempo sí puede afectar a la salud. Además, si tenemos un ligero déficit será más fácil que, en un momento dado, esos niveles bajos se conviertan en un déficit severo y más peligroso que podría ocasionar:

•Problemas en los huesos,

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