A medida que envejecemos, es común que experimentemos un cierto declive en varios aspectos de nuestra función cognitiva que incluyen la memoria. Afortunadamente, y dejando de lado aquellos casos en los que este deterioro sea sintomático de algún proceso degenerativo (como el alzhéimer o más en general las demencias), existe una serie de factores modificables que impactan en el modo en el que envejece esta faceta de nuestro ser, por lo que adoptar ciertos hábitos puede ayudar a frenar esta decadencia en cierto grado.

Como decimos, estas prácticas pueden ayudar a mantener durante más tiempo una función cognitiva en personas sanas, pero es importante recalcar que no obran milagros en quienes que padezcan algún trastorno neurodegenerativo. Por ello, si las pérdidas de memoria se vuelven especialmente frecuentes o graves, van acompañadas de otros síntomas o comienzan a impactar seriamente en la vida diaria lo más recomendable es siempre acudir a un neurólogo para que estudie el caso y determine la causa de fondo y el tratamiento pertinente.

Comer sano

Los alimentos nos proporcionan dos cosas fundamentales: por una parte, la materia prima para construir nuestros tejidos y, por otra, la energía para que el organismo funcione correctamente. Como es lógico, esto también se extiende al cerebro humano.

La evidencia científica de la que disponemos sobre esta cuestión es sólida y abundante.

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