La gripe es una enfermedad que sufrimos repetidamente en las estaciones frías. La principal razón de que invierno tras invierno nos enfrentemos a los virus causantes de la gripe se debe a su capacidad de adaptarse y evolucionar para conseguir evadir nuestras defensas.

Pero nosotros también tenemos algo de culpa. En épocas frías pasamos muchas más horas en lugares cerrados, poco ventilados, junto con más gente, favoreciendo la propagación de patógenos de trasmisión aérea. Y como el sistema inmune está más alterado de lo normal a causa del estrés provocado por el frío, estos patógenos se aprovechan de la situación para infectarnos.

The Conversation

Al igual que los virus, muchas bacterias también hacen su agosto en esta época del año. Algunas nos invaden desde fuera. Otras, que normalmente viven dentro de nosotros en simbiosis, ocupan tejidos donde no deberían crecer, como los pulmones.

Se trata de bacterias que suelen vivir en nuestra boca, garganta y tracto respiratorio superior. En condiciones normales nuestro sistema inmune evita que se desmadren. Pero en determinadas circunstancias, especialmente cuando se altera su hábitat, pueden causar neumonías. Destacan Streptococcus pneumoniae, Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae o Pseudomonas sp., entre otras.

Gripe y bacteria: la alianza contra el sistema inmunitario

La gripe lleva siglos en guerra con los humanos y,

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