En tanto que científico atmosférico, soy consciente de que la contaminación del aire es mala. Y en tanto que ser humano de 2020, también soy consciente de que el coronavirus es malo. Sin embargo, y a pesar de que tanto la contaminación como el coronavirus tienen un mayor impacto en las ciudades, las correlaciones simplistas entre calidad del aire y muertes por Covid-19 no suelen tomar en consideración otros factores derivados de las distintas circunstancias geográficas.

Existen notables coincidencias entre el conjunto de enfermedades que se agravan como consecuencia de la contaminación del aire (accidentes cerebrovasculares, enfermedades coronarias, enfermedades respiratorias, etc.) y aquellas patologías que ahora sabemos aumentan la mortalidad de la Covid-19. Además, tanto la exposición a la contaminación como al virus puede darse a través del aire. Todo esto implica que parezca plausible relacionar ambas cuestiones, al menos superficialmente.

Este hecho probablemente explique que haya habido un gran debate sobre cómo influye la contaminación del aire en las tasas de mortalidad de la enfermedad. La discusión incluye la aparición de nuevos trabajos de investigación (la mayoría aún no han sido sometidos a un proceso de revisión por pares, por lo que hay que tomarlos con prudencia) y una amplia cobertura mediática (solo The Guardian ha publicado al menos cinco reportajes) sobre las relaciones entre contaminación y muertes por Covid-19.

En los países ricos, la contaminación del aire es generalmente un problema que se concibe desde la perspectiva de su impacto en la población. Sin embargo, es precisamente esta estrecha relación entre contaminación y ciudades lo que hace tan difícil determinar de forma exacta qué influencia tiene la primera en el nivel de mortalidad de la enfermedad.

El confinamiento ha provocado descensos significativos de los niveles de dióxido de nitrógeno (un contaminante atmosférico muy común) en toda China. El confinamiento ha provocado descensos significativos de los niveles de dióxido de nitrógeno (un contaminante atmosférico muy común) en toda China. / NASA

El virus se originó en la ciudad de Wuhan,

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