La llegada del primer hijo puede suponer toda una revolución para los padres. Un enorme cúmulo de sensaciones y sentimientos donde hay, sobre todo, una explosión de felicidad que, con el paso de los días, da paso al cansancio, la presión por ejercer de la mejor forma posible los nuevos roles de padre y madre y el agobio por la inexperiencia del primerizo. Por muy deseado que sea ese bebé o lo mucho que se haya luchado por tenerlo, es relativamente sencillo que la crisis se instale en la pareja durante los primeros meses después del parto. Estas son algunas de las causas más comunes que pueden originarla y algunas de las claves que pueden ayudar a superarla.

¿Por qué se puede llegar a una crisis de pareja tras el nacimiento del primer hijo?

La situación previa de la pareja puede condicionar a favor o en contra tras el nacimiento del bebé. Si ésta ya se llevaba mal, lo normal es que empeore tras el parto. Por eso siempre se recomienda no embarcarse en un proyecto de familia si los niveles de comunicación, afectividad y solidez de la relación no están altos.

Cuando la madre está completamente obnubilada por su bebé (algo normal por otro lado) y enfoca toda su atención en su cuidado y en cubrir todas sus necesidades puede, involuntariamente, distanciarse de su pareja. Todo ello puede provocar que el padre se sienta desplazado por ese vínculo tan estrecho y especial que se genera entre madre y recién nacido.

Tras su nacimiento el bebé pasa a convertirse en prioridad absoluta para padre y madre. Si todo el tiempo del que se dispone lo invertimos en el recién nacido las necesidades de cada uno de los progenitores y de la pareja acaban pasando a un segundo plano. Decir adiós a la vida y a los planes que se hacían antes puede originar más de un enfrentamiento.

Es muy frecuente que tras el nacimiento del niño se produzca un desequilibrio hormonal que unido a la tensión por la inexperiencia y el grado de responsabilidad pueda provocar en la madre durante las primeras semanas un torrente de melancolía (también llamado baby blues) e incluso depresión posparto. Ese estado tan vulnerable, sensible e irritable puede dar pie a que cualquier cosa que diga o haga su pareja sea malinterpretada y genere conflictos.

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