Según un reciente informe de consumo de leche y productos lácteos en España del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la leche líquida representa más del 10 por ciento de todo el volumen de alimentos consumidos dentro de los hogares, llegando a un total de casi 3000 millones de litros de leche consumidos en 2023, cifra en descenso. Respecto a los quesos, en sus múltiples variedades, representan poco más del 1 por ciento, con 354 millones de kilos en un año.
Tanto la leche como el queso son dos productos lácteos saludables a priori, que, sin embargo, tienen diferentes formas de metabolizarse, y que interfieren de maneras opuestas (según un reciente estudio norteamericano publicado en la revista Nutrients) en la creación de bacterias intestinales favorables para la microbiota.
La leche, el queso, y las bacterias ‘buenas’ para el sistema digestivo
A pesar de que los productos lácteos en general (leche, yogur, quesos…) aportan gran cantidad de nutrientes beneficiosos para la salud digestiva y cognitiva, aportando vitaminas (B2, B6, B12, D y K), antioxidantes y minerales (calcio, magnesio, selenio, fósforo, potasio, zinc), además de proteínas de origen animal, una reciente investigación establece significativas diferencias entre el queso y la leche.
En las conclusiones de este estudio con un muestreo pequeño,