Las personas con el sueño más irregular pueden tener un riesgo hasta dos veces mayor de desarrollar enfermedad cardiovascular en comparación con aquellos con patrones de sueño más regulares. Es la conclusión de un estudio dirigido por investigadores del Hospital Brigham and Women’s de Boston (Estados Unidos) realizado durante un período de cinco años.

«Cuando hablamos de intervenciones para prevenir ataques cardíacos y derrames cerebrales, nos centramos en la dieta y el ejercicio -recuerda el autor principal Tianyi Huang, de la División de Medicina de la Red Brigham’s Channing-. Incluso cuando hablamos de dormir, tendemos a centrarnos en la duración, cuántas horas duerme una persona cada noche, pero no en la irregularidad del sueño y el impacto de acostarse en diferentes momentos o dormir diferentes cantidades de noche a noche».

«Un sueño saludable no se trata solo de la cantidad, sino también de la variabilidad, y que esto puede tener un efecto importante en la salud del corazón«, destaca esta investigación, que publica The Journal of the American College of Cardiology.

Huang y sus colegas examinaron los datos del Estudio Multiétnico de Aterosclerosis (MESA), un estudio prospectivo financiado por el Gobierno Federal que incluyó a 1.992 participantes con edades entre 45 y 84 años que no tenían enfermedad cardiovascular al comienzo del estudio.

Los participantes usaron una pulsera de actividad en su muñeca durante siete días que registró su sueño, incluida la hora de irse a dormir, la duración del sueño y la hora de despertarse. Luego fueron seguidos durante un promedio de 4,9 años. Durante ese tiempo, 111 participantes experimentaron eventos cardiovasculares, incluidos ataque cardíaco, accidente cerebrovascular y otros eventos adversos.

Los investigadores dividieron a los participantes en cuatro grupos, desde aquellos con los patrones de sueño más irregulares (dos horas o más de diferencia en la duración del sueño cada noche) y aquellos con los patrones de sueño más regulares (menos de una hora de diferencia en la duración del sueño cada noche). También compararon aquellos con las horas de acostarse más constantes (menos de 30 minutos de diferencia cada noche) y las horas de acostarse más inconsistentes (90 minutos o más).

El equipo encontró un aumento de dos veces en el riesgo de eventos cardiovasculares entre aquellos con los patrones de sueño más irregulares.

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