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  • Las recesiones se asocian con descensos de contaminación y de los accidentes laborales y de tráfico.
  • El impacto de la recesión en España hizo que la mortalidad pasará de caer un 2% a un 3%.

Crisis económica

Durante las últimas décadas, Europa experimenta una tendencia al descenso del número anual de muertes que, no solo no se vio truncada con motivo de la recesión económica declarada en 2008, sino que además se acentuó durante este periodo. Así lo muestran los datos de un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y publicado en Nature Communications.

El objetivo de este estudio, del que se hace eco SINC, fue averiguar si la mortalidad en Europa se ajusta a un patrón procíclico o contracícliclo, es decir, si su tendencia a la baja se acelera durante los periodos de recesión económica o, por el contrario, se ralentiza. Con este fin, los investigadores analizaron los datos de mortalidad diaria y las variaciones registradas en el producto interior bruto (PIB) per cápita en 140 regiones de 15 países europeos relativos al periodo 2000-2010.

El análisis estadístico del conjunto de datos no solo mostró una aceleración del descenso en la mortalidad durante el periodo de recesión, sino que también reveló que aquellos países y regiones con una recesión más profunda eran aquellos en los que más se acentuaba la tendencia a la reducción en la mortalidad.

Para explicar la correlación hallada entre recesión económica y mayor descenso en la mortalidad, los autores aluden a factores diversos: “Los periodos de recesión macroeconómica se asocian a descensos en los niveles de contaminación, así como en el número de accidentes laborales y de tráfico, que son los factores que probablemente tengan mayor impacto en el incremento de la caída de la mortalidad. También suele haber un menor consumo de alcohol y tabaco y un descenso del sedentarismo y de la obesidad”, señala Joan Ballester, investigador de ISGlobal y primer autor del estudio.

“Aunque los mecanismos subyacentes todavía no están bien establecidos, hay estudios que apuntan a la influencia de factores como el estrés laboral o al hecho de que los hábitos saludables exigen un tiempo del que es más difícil disponer cuando se desempeña un empleo a tiempo completo”,

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