Ricardo Lacruz tuvo la feliz idea de buscar la dirección de correo electrónico de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados y enviarle una fotografía de la época en la que estudiaban juntos en el colegio Santa Cristina, en Madrid. En la imagen se ve a Sánchez, el más alto de sus compañeros, tocando la flauta en lo que parece una función de fin de curso. «Yo soy el guitarrista», le explicaba Lacruz en el texto. El presidente le contestó con un escueto «me alegra saber de ti, un abrazo». Lacruz interpretó que el amigo que le invitó el día de su cumpleaños al cine y a cenar al Burger King le daba largas.

Sánchez a menudo ha llevado a gala ser de Tetuán, un barrio obrero, y de estudiar en el colegio público Ramiro de Maeztu. Lo que el viejo amigo venía a recordarle, o eso cree él al menos, es que antes de llegar a esa institución progresista estuvo en un colegio privado y religioso donde ellos dos hacían dúo de flauta y guitarra. Lacruz se calentó con la respuesta estilo servicio al cliente de una empresa y le escribió un nuevo mensaje en el que le reprochaba que nunca hubiera hablado en público de su paso por ese colegio. Sánchez no contestó esta vez. Parece poco probable que estos dos vuelvan a ir juntos al cine.

Sánchez quizá potencie una parte de su pasado y deje en sombra una zona distinta porque unos le votan más que otros. En puridad, el candidato socialista a las elecciones del 10-N se crio en el distrito madrileño de Tetuán, aunque no en la zona multicultural y de izquierdas, sino en una más abajo, la que colinda con el Paseo de la Castellana y el distrito financiero. Paradójicamente, Sánchez tiene muchos más apoyos entre las calles del barrio que frecuentó menos que en las que pasó su infancia, donde en las últimas elecciones —hace nada, seis meses— preferían a Pablo Casado, el líder del PP.

En lo que se considera el barrio clásico de Tetuán,

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