Cuántas muestras de felicidad en las imágenes compartidas en redes sociales suelen ser de alguien en plena naturaleza…. Si se midiese por estas escenas, los atardeceres, las montañas, las playas limpias o las comidas en el campo serían indicadores claros de aquello que nos reconcilia con el planeta. Son instantes alejados del asfalto oscurecido por la contaminación o la sombras de los bloques de pisos, o de los cielos sin estrellas por las luces nocturnas. “La gente está más feliz rodeada de naturaleza”, dice Herbert Girardet, profesor y asesor de ONU-Hábitat durante su charla Regeneración de las ciudades para sociedades resilientes y sostenibles en Biocities Forum, celebrado en Barcelona este otoño. Menciona la palabra felicidad entre cuestiones técnicas sobre infraestructuras, emisiones y habitabilidad, o se centra en el beneficio de las personas y el planeta. “Estar alejado del medio ambiente es más alienante”, detalla. En su propuesta resalta que incorporar bosques urbanos es una solución para construir ciudades más saludables.

El 55% de las personas del mundo viven en ciudades, y la proporción aumentará hasta el 68% en 2050, según un reciente informe de la ONU. A su vez, las ciudades ocupan un 3% de la superficie del planeta, pero consumen el 75% de sus recursos naturales. Por eso, los bosques urbanos se perfilan como una de las iniciativas más acertadas para remitir la huella medioambiental que provocan. “Permiten eliminar contaminantes nocivos, reducir el ruido, mejorar las temperaturas, mitigar los efectos del cambio climático, suministrar distintos productos y energía renovable, proteger las fuentes hídricas y prevenir la erosión del suelo y las inundaciones”, informa la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En el encuentro de Barcelona, Marc Palahí, director del Instituto Europeo de Bosques, consideraba también la inclusión de la perspectiva medioambiental en las ciudades como una “gran oportunidad para transformar la economía”. “La creación de biociudades hará que puedan prosperar en armonía con la naturaleza, también de forma conectada con la tecnología”, detalla. “No podemos resolver los problemas con el mismo pensamiento que los creamos”,

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